Estamos aquí por el amor de Dios.

Dios nos quiere y se llena de gozo haciéndonos felices. ¿En que nos perjudica?, en nada. De que depende entonces nuestra felicidad: de dejarse amar, esto es pasivo.  Dios quiere amarte tiene un propósito para tí y quiere que seas felíz porque además se llena de Gozo. Hasta aquí si no opusiéramos resistencia estaría todo hecho, bueno casi todo.

Dios nos ama, y nos pide algo a cambio en su primer mandamiento: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’ (Mt 22, 37; cf Lc 10, 27: ‘…y con todas tus fuerzas‘)». Esta es la parte activa, ahora nosotros debemos hacer algo.  Esto es completo, recibir y dar, siempre amor, Así nos llenamos por completo. Es decir, digamos que somos un vaso, y Dios lo llena de amor, cuando ya está lleno no se puede llenar más, para ello nosotros damos amor, y así lo vaciamos pero Dios siempre se encarga de rellenarlo, para que nunca esté vacío.

«Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros (Jn 13:34)». Aquí es donde nos pide que confraternicemos, Dios ha creado a hombre y mujeres y quiere que al igual que Él que nos ama a cada uno de nosotros, nosotros también nos amemos entre nosotros. El amor de Dios es incondicional, es decir, no hay nada que podamos hacer para que Dios deje de amarnos. Claro está que lo haremos sufrir por estas acciones, pero no cesará, ni disminuirá su amor por nosotros. Como buen Padre nuestro.

Es en esta parte activa donde debemos enfocarnos, «n o    t e    a c o m o d e s«. Porque es en este punto donde dejamos de ser felices, la vida es un camino y está iluminado por Cristo que es el Camino, la Verdad, la Luz, y la Vida.