Reto de amor: tratado de paz


Hola buenos días, hoy nos lleva al Señor, Sión.
Que pases un feliz día.
TRATADO DE PAZ

Primero la buena noticia. Un antiguo miembro de nuestra familia monástica está a punto de reincorporarse: Dimi, nuestra tortuga, ¡está empezando a despertarse! Después del largo invierno, ya se la estaba empezando a echar de menos, ¿verdad?

Vale, ahora la mala noticia. Es uno de los últimos “daños colaterales» que nos ha dejado la apoteósica reparación del canalón. Los obreros, al sacar las máquinas y el material, dejaron un rato la puerta abierta. Y, claro, nuestro pequeño Tigre, el gatito mimoso y juguetón, no pudo evitar salir a investigar… Han pasado los días, pero no ha vuelto. En fin, se ve que la vida de clausura no era lo suyo…

Así pues, ahora el rey de la huerta es Maripo, un gato gordo, viejo y con demasiada facilidad para sacar las uñas. Mientras Tigre estuvo aquí, no hizo más que perseguirle, morderle y arañarle. Como ves, un encanto de mascota, de lo más sociable que hay… Como las cosas se ponían feas, decidí meter cartas en el asunto y, armada con nuestra enorme pistola de agua, me dediqué perseguirle por toda la huerta. Mejor no te imagines la escena… creo que Julia todavía está traumatizada con lo que ella ha denominado “la metamorfosis de Blancanieves a soldado en plena guerra mundial»…

Hasta tal punto enfilé a Maripo, que, aunque no estuviera haciendo nada malo, le bufaba, me metía con él… Total, que era verme y echaba a correr. Y ahora… ¡es el único mamífero que nos queda como mascota!
-En fin -le comentaba el otro día a Israel- Eso del seguimiento radical de Jesucristo y del Evangelio, ¡nunca pensé que el Señor se lo tomara tan a pecho! ¡Ahora no me queda más remedio que reconciliarme con Maripo! Cuando dijo que no debíamos odiar a nadie, se ve que es literalmente a nadie…-

Hoy el reto del amor es firmar un tratado de paz. Te invito a que pongas delante de Cristo a todas las personas que forman parte de tu vida: tu familia, tus amigos, tus compañeros de trabajo… A veces hay personas que nos cuestan o que, por cualquier motivo, las hemos enfilado un poco (¡o mucho!) Las metemos en una casilla y ya, hagan lo que hagan o digan lo que digan, nos parece que siempre van a malas. Yo había matado a Maripo en mi interior, no le daba ni la más mínima oportunidad de salirse de la categoría de “gato malo». Ahora, al cambiar las circustancias, el Señor me ha regalado ver que, aunque Maripo sigue teniendo sus cosas, muchas veces no he sido justa con él.

Hoy te invito a que dejes la pistola de agua a los pies del Sagrario. Pídele a Cristo unos ojos nuevos para mirar a la gente que te rodea sin clasificarles, sin juzgarles. Hoy de Su Mano empieza de cero, dales la oportunidad de salirse de tus categorías. ¡Feliz día!

¡VIVE DE CRISTO!